Siempre escuché decir, ya desde niña, que los españoles no eran racistas. Se decía con mucho orgullo. Podía ser cierto en aquellos tiempos, pero la explicación era muy simple: apenas había inmigrantes comparado con otros países de nuestro entorno.
Hoy la situación ha cambiado ostensiblemente. La inmigración ha aumentado, llegando en algunos municipios a representar un 30% de la población. Y esto ha hecho resurgir unos sentimientos hasta hora apenas conocidos en una gran parte de los españoles: la xenofobia.
Los comentarios racistas son diversos, siempre prececidos del "yo no soy racista, pero es que..."; siempre se les critica que no aprenden el idioma del país de acogida, que siguen con su vestimenta, que no se relacionan con los nativos, etc, y olvidamos (o no queremos reconocer) que los españoles emigrantes que aprendían el alemán, francés o inglés eran una inmensa minoría. Y siempre se defienden diciendo que "eran otros tiempos y era diferente".
Durante estas últimas semanas parece que el uso del burka o del nigab se ha convertido en un problema nacional de severa gravedad. Han surgido ya municipios que han legalizado su prohibición. ¿Prentenden acaso convercernos de que estas medidas favorecen la integración de los inmigrantes en esta sociedad?, ¿porqué no prohíben que haya desgraciados que les alquilen pocilgas a precio de palacios, o que les contraten (sin contrato) pagándoles precios muy inferiores a lo habitual?...
Escribo todo esto porque el pasado jueves leí una noticia en El País que me produjo verdadera hilaridad: "Un pueblo sin inmigrantes debate prohibir el burka".
Os dejo el enlace para que podáis "disfrutar" del artículo.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/pueblo/inmigrantes/debate/prohibir/burka/elpepisoc/20100617elpepisoc_5/Tes
No hay comentarios:
Publicar un comentario